En la Cruz de Jesús entramos en contacto con el verdadero rostro de Dios. En la Cruz el rostro de Dios no pierde su grandeza ni su misterio, sino que se vuelve cercano y amigo. Mientras nos reconocemos frágiles, nos sentimos abrazados y sostenidos por el amor de Dios, que es más fuerte que el pecado y que la muerte.
Agradecemos a los alumnos de 4to y 5to año que trabajaron para llevar a cabo este hermoso momento de reflexión.