La espiritualidad de la Congregación del Verbo Divino está sustentada en una concepción cristiana del hombre “creado a imagen y semejanza de Dios”, centro y razón de ser de toda la tarea educativa.

Esta espiritualidad es el alma de nuestra institución, es el corazón de nuestro trabajo misionero, es la fuerza interior que penetra toda la persona, que la anima y la orienta en todas sus actuaciones. Es como un sello profundo que marca al ser humano y hace que sea de una manera o de otra.

Dentro de la Iglesia, aunque existe una espiritualidad general con ciertos rasgos característicos, también se dan espiritualidades específicas, que surgen de unas personas relevantes, las cuales, con su experiencia de vida, han dejado un camino valioso a seguir para otros creyentes. Es el caso de San Arnoldo Janssen que, con sus experiencias de vida enfocada a la misión, con su fe encarnada en un momento histórico concreto, nos ha dejado a sus discípulos (la familia verbita) un camino concreto para vivir la fe, esto es lo que denominamos espiritualidad verbita, llamada a participar en la misión de Dios con una gran apertura al diálogo con la humanidad, la historia, la cultura, etc.

Los rasgos más característicos de la espiritualidad que hemos heredado de nuestro fundador y que esencialmente podemos identificar en dos palabras: trinitaria y misionera.

Una espiritualidad trinitaria.

Cuando el P. Arnoldo reflexiona sobre el nombre de la Sociedad del Verbo Divino, relaciona este título con la Santísima Trinidad: “la Palabra del Padre es el Hijo encarnado, la Palabra del Hijo es su Evangelio, la Palabra del Espíritu Santo es la Sagrada Escritura y las Enseñanzas de la Iglesia”. 

En el ministerio de Dios Uno y Trino podemos descubrir muchos aspectos, el Padre Arnoldo veía especialmente el rasgo del envío y del enviado.  Así, el Hijo es el enviado del Padre, para manifestar el amor salvífico de Dios a los hombres.

Pero también un “misterio de unión”. Por eso el Padre Arnoldo intuyó la vida misionera verbita y cómo realizarla en comunidad. Sólo en la comunidad el misionero podrá dar testimonio del Reinado de Dios.

Una espiritualidad caracterizada por la misión.

No se puede entender que un discípulo de San Arnoldo no tenga como razón y objetivo de su vida el ser misionero, el proclamar la Palabra de Dios y llevar el mensaje del Evangelio de Jesucristo a todos los rincones del mundo.

Nuestra visión de comunidad.

Una de las características de nuestra familia verbita, compuesta por hermanos y sacerdotes de diferentes naciones y culturas, es vivir comunitariamente la internacionalidad. Esta internacionalidad nos enriquece al convivir entre personas de diferentes culturas y es un testimonio de fraternidad y la unidad en la diversidad de la Iglesia.

Conocimiento y reflexión de la Palabra de Dios.

Una de las maneras de introducirse en la espiritualidad verbita y de lograr interiorizarla y vivirla, es a través del conocimiento y la meditación de la Palabra de Dios.

La Palabra revela el misterio del amor de la Trinidad, descubre la persona del Verbo Encarnado como Palabra de Vida y al Espíritu Santo como el animador indispensable de nuestra labor misionera. Así es como lo vivió de una manera admirable el Padre Arnoldo.